EL SENTIDO DEL ASOMBRO Y LA LENTITUD. Ingredientes para ser humanos más felices.
Las personas que han entrenado su sentido del asombro son más felices.
En algún momento, y va a ser muy pronto, los humanos vamos a dirigir nuestra energía a recuperar el equilibrio natural del planeta Tierra. Nos va mucho en ello, nuestra propia supervivencia como especie, o al menos una existencia que transcurra en condiciones no hostiles para la vida. Algunas personas van por delante, desde luego, pero cuando el grueso de la sociedad nos plantemos allí, tendremos que hacer, por fuerza, dos cosas. La primera será asombrarnos ante el sofisticado y eficiente plan que la Vida fue entretejiendo para prosperar. La segunda, sonrojarnos por la ceguera que nos llevó a pensar que éramos más listos y teníamos mejores ideas que ella.
Leí no hace mucho, en un artículo de Yorokobu, cómo el invento de la agricultura hizo nuestra dieta más pobre y menos variada que la de los recolectores/cazadores. Eso tuvo consecuencias en la aparición de carencias, que afectaron la salud y el tamaño de los homo sapiens, que no se recuperaría hasta varios milenios después.
Hasta tal punto fue deficiente el desarrollo agrícola que un solo vegetal paso a ser básico en la dieta humana según la zona geográfica: trigo en el Creciente Fértil, arroz en China o maíz en América. La agricultura permitió que un territorio proveyera de alimento a más seres humanos, pero no mejoró sus vidas ni su salud. No solo debimos enfrentar nuevas enfermedades sino que perdimos la libertad, nos hicimos esclavos del arado y sentamos las bases de sociedades menos igualitarias. Tiene pinta de que el patriarcado también surgió de allí.
Cada vez que nos planteamos los avances humanos, debemos considerar el precio que se ha pagado por ellos. y de qué forma hemos sometido la Vida a ocurrencias cuyas consecuencias, a largo plazo, no hemos sido capaces de prever. No va a ser posible desandar el camino y volver a la encrucijada que hace miles de años nos trajo hasta lo que hoy somos. 7000 millones de seres humanos cazadores/recolectores necesitarían 100 planetas como la Tierra para alimentarse de esa manera. Pero seguimos contando con un intelecto al que podríamos incorporar el ingrediente que necesitamos, para guiarnos en este fabuloso reto, sin caer de nuevo en los mismos errores.
El ingrediente que le falta al humano civilizado
Hablo del asombro: una emoción que se genera a través de la interacción consciente con el entorno natural. Y es básica para encauzar a los humanos hacia la sabiduría, como escribió Rachel Carson, en su librito «El sentido del asombro».
«Los años de la infancia son el tiempo para preparar la tierra. Una vez que han surgido las emociones, el sentido de la belleza, el entusiasmo por lo nuevo y lo desconocido, la sensación de simpatía, compasión, admiración o amor, entonces deseamos el conocimiento sobre el objeto de nuestra conmoción».
Para ello, debemos educar los sentidos en una receptividad que vaya más allá de la vista y esté dispuesta a oler la naturaleza, a escuchar sus sonidos y a diferenciar unos de otros. No como un fin en sí mismo de clasificación, como el del botánico o el biólogo, sino como el propio del amante que nos permite profundizar en su descubrimiento. Cuando miramos más despacio y combinamos la vista con otros sentidos, percibimos el entorno de otra manera, nos abrimos a la complejidad de lo que nos rodea y somos capaces de escuchar «el latido de la vida».
La condición necesaria para poder asombrarse: la lentitud
Para alcanzar el asombro es necesaria otra condición, muy escasa en nuestro tiempo: la lentitud. Vagar sin rumbo, sin espectativas, y sin sentirnos presionados por el tiempo, pero conectado con todos los sentidos al mundo, es lo que permite que surja la chispa del asombro.
Vivimos con los tiempos tan tensados que no tenemos tiempo ni para aburrirnos. Eso impide que se den las circunstancias que propician esa emoción. Y nos interesa, porque puede despertar una alegría interior y un entusiasmo por vivir que aporta perspectivas diferentes sobre los problemas cotidianos.
El Dr. Dacher Keltner, en Acercándose al asombro, una emoción moral, espiritual y estética, afirmó que el asombro se inspira en algo más grande que el yo individual, protegiendo nuestra mente. Jennifer Stellar es especialista en el estudio de emociones “prosociales”, entre las que define la compasión, la gratitud y el asombro. Ella sugiere que estos sentimientos contribuyen al propio bienestar. Ya hay estudios que vinculan una emoción positiva, como el asombro o el sentimiento de belleza, con un mayor impulso en las defensas del cuerpo contra enfermedades mentales y físicas.
Este verano, en cada turno embosqado, vamos a salir al bosque y a promover la oportunidad de asombrarnos, porque si no lo hacemos nos volvemos más tontos, empeora nuestra salud y ponemos en riesgo nuestra supervivencia como especie.
Carson, Rachel (1956) The sense of wonder. Frances Collin.
Fuentes, J. L. (2021). El asombro: una emoción para el acceso a la sabiduría | Awe: An emotion for accessing wisdom. Revista Española de Pedagogía, 79 (278), 77-93.
https://doi.org/10.22550/REP79-1-2021-08
https://lamenteesmaravillosa.com/asombro-emocion/
https://www.worldhistory.org/trans/es/2-9/la-agricultura-en-el-creciente-fertil-y-mesopotami/
https://revistadepedagogia.org/wp-content/uploads/2021/01/8_278-Fuentes_ES-2.pdf
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